sueña

Que los sueños se cumplen

miércoles, 17 de abril de 2013

Capitulo 2

Al día siguiente, aún seguía sorprendida por la facilidad de aquel chico para colarse en mi casa, y para verme  en momentos que no debía. Sin ser cosciente, había estado toda la tarde anterior, después de lo ocurrido, y esta mañana dándole vueltas a mi cabeza, había sido un idiota y un maleducado, pero no podía quitar el echo de que era bastante atractivo. Pensándolo mejor, que me hubiera tirado del sujetador era lo mejor que podía haber pasado, pues en ese instante las ganas de besarlo se habrían apoderado de mí, y no hubiera sido lo mejor.
Me estaba vistiendo para una fiesta esta noche en la playa, aunque era verano, mis padres trabajaban, y de mi hermana pequeña se encargaba la cuidadora, que no está al tanto de mis entradas y salidas de casa, a si que podía llegar a la hora que me apeteciera.
Cogí un bikiny de estampado que resaltaría mi piel bronceada, y lo deslicé hasta llegar a mis caderas. Me puse unos shorts rasgados, y pensé en solo llevar el bikiny en la parte superior, pero decidí llevar una camiseta a la fiesta, allí ya podría quitármela.
Harry no me había llamado, ni mandado ningún mensaje, y ya estaba dañando mi autoestima, él quería mi número, ¿Por qué no me había llamado? No es que tuviera ganas de hablar con él, pero tenía coriosidad por saber que era lo que quería de mí, y de por qué estaba en mi cuarto la tarde anterior.
Les mandé un mensaje a Dani y a Abie para decirles que ya iba a salir. A los pocos minutos obtube sus respuestas diciendo que ella hacían lo mismo.
Cuando ya estaba allí busqué a mis amigas entre la multitud, me costó un poco encontrarlas, pero al fin lo logré. Estaba atardeciendo en la playa, se podía ver el sol esconderse por las colinas, el alcohol se olía a distancia, había unas cuantas barras donde servían bebidas, y grandes equipos de música. A medida que íbamos avanzando hasta la zona de baile nos encontrábamos con grupos de tres o cuatro chicos fumando tabaco, y otras especias que no podía distinguir. Había estado en muchos sitios, y el olor de las drogas, el tabaco y el alcohol no me afectaba, pero a mis amigas parecía atemorizarles. Dani vestía un precioso vestido blanco que resaltaba su perfecta figura y lucía sus ojos azules, Abie optaba por un look más atrevido, shorts muy cortos y una camisa blanca completamente transparente, llevaba una flor blanca en el pelo que resaltaba sus ojos marrones, y lo acompañaban con su pelo castaño.
Por fin llegamos a la zona de baile, donde estaba más despejada. Empezamos a bailar, había unos chicos cerca nuestra y Abie empezó a hacer la típica broma de "Mira tu novio" que a Dani no le hacía ninguna gracía, sus mejillas se enrojecían, y eso le hacía gracia a Abie.
Empecé a tener un poco de calor y sed. Les avisé a mis amigas de que iba a por algo de beber, y salí hacia una de las barras.
Llegué con facilidad, pues la gente estaba mucho más dispersa, me acerqué al tipo de la barra y este me miró con una sonrisa. Estaba rapado y llevaba una camiseta blanca demasiado pegada.
-¿Que quieres que te sirva guapa?
-Un mojito por favor
-Marchando.-Esto es lo bueno de las fiestas al aire libre, no piden el carnet al servir alcohol. Me sirve mi bebida y busco en mi bolsillo para pagarle, cuando ya lo he hecho, mi móvil vibra, lo saco de mi bolsillo trasero y lo desbloqueo, tengo un nuevo mensaje.
"Estás hermosa con esos shorts" El nombre de Harry aparece justo debajo del mensaje, indicando que el había enviado en mensaje. ¿Como sabía lo que llevaba puesto? ¿Estaba aquí? Giré mi cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda, no había rastro de rizos por ninguna parte. ¿Donde estaba? De repente, sentí unas manos grandes agarrar mi cintura por detrás, me giré y lo encontré de frente, mirándome inquietante, me sorprendió su poca verguenza a la hora de posar sus manos en mi cuerpo. La sonrisa del día anterior aún perturbaba en su rostro.
-Si puedo recordar, dijistes que borrarías mi número.-Dijo, y rió.
-Y así es, lo he borrado.-Mentí. Harry soltó una enorme carcajada y dijo:
-Princesa, los dos sabemos que no lo has borrado.-Me guiñó el ojo. Me separé de el con el brazo entre nosotros y deje mi bebida en la barra, dispuesta a irme, pero me agarró del codo aferrándome a él.
-Quiero una cita con tigo.-Dijo. Me reí con un tono irónico echándome hacia tras.
-Ni en broma.-Dije.
-¿Por qué no? ¿A tus padres no les gustaría que salieras con migo?-Dijo burlándose de mí. Yo sabía perfectamente que la idea de que a mis padres no les gustara solo me hacía sentirme más atraída por él, pero la verdadera razón por la que no iría a una cita era porque era un idiota, y un maleducado.
-No, no es eso, yo no quiero salir con tigo, no me agradas, eres tan...
-Irresistible.-Continuó él.
-Idiota.-Dije yo.
-Guapo.-Siguió autodescribiendose, sin fallar en adjetivos.
-Maleducado.
-Sexy.- Se acercó un paso más a mí y se mordió el labio inferior dejando al descubierto sus perfectos dientes blancos. Estaba en lo cierto, Harry era de los chicos más atractivos que había visto. Se acercó un paso más, a pocos centímetros de distancia, casi juntando nuestras narices.
-N-no te acerques tanto.-Mi voz estaba entrecortada y lo dije casi en un suspiro. Las comisuras de sus labios se estiraron, sin hacer caso a lo que le había dicho se acercó un poco más, posando sus manos en mi cintura y pegándome contra su cuerpo, su piel estaba caliente. Posó sus labios en mi cuello, y los bajó hasta mi hombro, dejando pequeños mordiscos en mi piel, mientras acariciaba mi antebrazo delicadamente con sus uñas. Noté como los vellos de mi nuca se erizaban, y no podía poner ningún tipo de resistencia frente a su tacto. Me agarré a su camiseta, para evitar soltar suspiros y dar alguna vaga señal de que me gustaba lo que estaba haciendo. Subió desde mi hombro hasta justo debajo de mi mandíbula, cambiando los mordiscos por ligeros besos con los labios. No me gustaba él, ni la forma en la que me trataba, era un maleducado, un imbécil y un idiota, estaba segura de que eran infinitas las chicas con las que había compartido emociones como esta, y que serían muchas más, pero de alguna forma, sentirlo cerca era placentero. Mis piernas empezaron a flojear, y me temblaban exageradamente.
-Para..-Le dije, pero en vez de eso, prosiguió besándome el cuello. -Para por favor...-Le pedí, pues mis piernas temblaban demasiado para seguir aguantando esto. Me sorprendió lo rara que me sentía en este momento, me sentía frágil y débil, y sin ningún tipo de control de la situación. Puse mi mano entre su cuerpo y el mio, para evitar el contacto y así lograr separarlo, pero fue en vano, puso su otra mano en el lado contrario de mi cuello para acercarnos más.
-Te estoy pidiendo que pares...-Le dije casi sin poder hablar, mi vos sonaba frágil y tímida, y el pareció darse cuenta, puesto que paró, y alejó sus labios de mi cuello.
-¿No te gusta?-Preguntó.
-N-no.-Respondí lo más segura que pude.
-Estas pálida.-Aseguró. Y estaba en lo cierto, mis piernas habían dejado de flojear en el momento en el que se alejó de mi, pero había afectado a mi color. -¿Te encuentras bien?-Preguntó. Habría respondido pero me sentía mareada, y mi voz seguía sin querer salir, en vez de eso negué con la cabeza, en señal de que no me sentía en mi mejor momento.
-Ven con migo.- Dijo agarrándome de la mano y alejándome de la multitud. Yo no quería ir con él a ninguna parte, y menos alejarme de la gente, pero me encontraba sin ánimos para contradecirle. Arrastró de mí entrelazando nuestros dedos, y me llevó hasta la parte trasera de una caseta blanca.
-Espera aquí.-Me dijo. -No te vallas.- Me apoyé en la fachada blanca de la caseta, y vi como se alejaba y se adentraba en la caseta. Pensé en irme, en salir corriendo y dejar de sufrir esos ataques de ansiedad cada vez que se acercaba, pero sería inútil, me encontraría, además no estaba con fuerzas como para huir.
Al cabo de dos minutos volvió con una toalla de playa colgada al hombro, pasó por mi lado y sonrió, esperando que le siguiera, me guió con sus manos puestas en mi cintura hasta la orilla de la playa. Estiro la toalla sobre la arena y me hizo una señal para que me sentara, yo obedecí y me senté. Harry se adentró en el mar y hundió sus manos en el agua empapándolas. Se volvió hacia mi colocándose de rodillas, y presionó sus manos contra mi cara, estaban frías por el contacto del mar por la noche.
-¿Te sientes mejor?-Preguntó. Le agarré las manos para apartarlas de mí, pero no pude hacerlo con la fuerza que hubiese querido, y me paré a mitad de camino, con sus manos sujetas por las mías a poco espacio de mi pecho. Él abrió los ojos alarmante frente a lo que parecía una insinuación.
-¿Qué estás haciendo?-Dijo.
-Emm... nada. no quería...-Mi voz sonaba entrecortada, me levanté con las manos puestas en la cara. -Puedo echarme agua yo sola.-Me alejé de el y me adentré en el mar, hundí mis manos en el agua y me salpiqué en la cara.
-¿No quieres que te ayude?-Me preguntó desde la orilla, estaba más lejo de lo normal, a si que pude responder con facilidad.
-No, puedo yo sola.-Dije, creo que era la frase más convencida de mi misma que había pronunciado, y que era la primera vez que mi voz sonaba firme. Pero eso cambió, Harry se adentró en el agua y se posó detrás de mí.
-T-te he dicho que puedo hacerlo sola...-Esta vez no sonaba tan segura, era más como un ligero suspiro.
-Ya, ¿No puedo ver como lo haces?-Su voz sonaba tan cerca que su aliento daba placer a mis oídos, mi piernas volvieron a temblar, me giré para encontrarlo de frente, y me encontré con si intimidante sonrisa que pedía más de mí.
-Estas temblando.-Dijo, y rió. Eso no me hizo parar, todo lo contrario, se dió cuenta de que algo pasaba cuando se acercaba a mí, y eso solo me ponía más nerviosa. -Ven que te sujeto.-Dió un paso más hacia mí, lo que por un acto reflejo me hizo retroceder.
-No.-Murmuré.-No te acerques más.-Ordené. Pero no me hizo caso, prosiguió dando pasos hacia mí, y yo proseguí esquivándolos. Mi talón se chocó con una piedra que se encontraba en el fondo, y haciéndome perder el equilibrio por completo, caí al agua empapándome por completo. Harry hundió sus grandes manos en el agua y me sacó, yo observaba su imagen desde el fondo, sus ojos expresaban preocupación, y rápidamente me sacó del agua.
Estaba empapada de la cabeza a los pies, mi ropa estaba chorreando, y mi camiseta se pegaba a mi cuero descaradamente. Harry cogió la toalla y me enrrolló en ella. Tenía frio, era una noche de verano, pero el agua estaba fria, y hacía un ligero viento, el tiempo perfecto para estar seca, pero mojada se hacía tonar la noche en mi piel. Harry frotó la toalla entre mis brazos para secarlos, pero era inútil, yo seguía tiritando.
-¿Tienes frío?-Pregunto. Yo asentí con la cabeza, y añadí:
-Mucho.
Harry se sacó la camiseta, me quede impresionada frente a sus perfectas adominales, tenía el cuerpo perfectamente definido, y decorado con plenitud de tatuajes. Estiró su brazo ofreciéndome su camiseta.
-Toma, póntela.-Dijo.
-¿Tú no tienes frío?- Pregunté.
-¿Con tigo aquí?-Preguntó.-Imposible tener frío.-Me guiñó un ojo. De cierta forma me agradó ese cumplido, era coqueto, un poco insinuante, pero para decir verdad era lo menos insinuante que había dicho. Sonreí levemente, pero parecía satisfecho. Agarré su camiseta. La posé en mi brazo y me saqué la mía delicadamente, para evitar enseñar algo que no debía.
-Llevo bikiny.-Dije. -No te hagas ilusiones.- Esta vez el ojo se lo guiñé yo, y se echó a reir.
-Te has espabilado ¿no?- Dijo con un tono vacilante. -¿Quieres que me acerque a ti?- Era evidente que me ponía nerviosa cuando se acercaba, pero que lo dijera en voz alta me hacía estremecer. Me quede callada, no dije nada, solo solté mi camiseta en la arena, y me coloqué la suya, aspiré su olor y me hizo sentir bien.
Seguía teniendo frío, pues mis piernas seguían empapadas.
Harry se acercó lo más que pudo a mí, mi cabeza se encontraba frente a su pecho, contemplando sus tatuajes, estaba fascinada frente a sus perfectos músculos, y me hacían sentirme demasiado atraída hacia él.
No se atrevió a tocarme, simplemente me escaneó de arriba a bajo, como me quedaba su camiseta. Su cuerpo desprendía calor, y era lo que yo necesitaba ahora mismo. No pude más frente a la tentación y dije:
-Tengo frío, abrázame.

domingo, 7 de abril de 2013

Capitulo 1

 La casa estaba infectada por la alta sociedad del siglo XXI, el dinero de mi familia nunca había sido un problema para mí, todo lo contrario, podía conseguir ropa de las tiendas más caras de la ciudad todas las semanas, y mi paga y era mucho más elevada que la del resto de los chicos de mi edad, pero si era un problema cuando mi padre organizada esas "Fiestas" en nuestra casa, venían todos sus compañeros de trabajo, negociantes, y amigos, que por supuesto yo no conocía, ni tenía la mínima intención de hacerlo. Para cualquier chica de mi edad, vivir en estas condiciones habría sido un sueño, ropa todas las semanas, paga excesivamente alta, y esas fiestas en donde solo se servía champán y platos exquisitos que el resto de la población no podía permitirse. Parecía de la realeza, pero sin tener ningún contacto con la familia real, aunque habría apostado lo que fuera a que en las fiestas que realizaba el rey no había tanta gente dispuesta a hacer lo que fuera para mencionar a que se dedicaba y cuanto ganaba con ello, solo para creerse más importante.
Lo único "Bueno" si se le puede llamar así, de esta fiesta era que Daniella y Abie también estaban, ellas también pertenecían a esta sofisticada sociedad, pero siempre hay una excepción que confirma la regla, en este caso eran dos.
Estábamos sentadas en una de las grandes mesas redondas situadas en el jardín, junto a muchas más chicas, algunas eran hijas de los empresarios, otras de los negociantes, y algunas eran compañeras de clase, aunque no sabía de quien eran hijas. Mi colegio era de pago, bastante caro, a si que muchos conocían a mi padre, las personas con dinero se juntan con más personas con dinero, eso parecía ser ley de vida. Conocía a mis compañeras, pero de ninguna manera me interesaba por ellas, eran muy superficiales para mí.
El jardín estaba repleto de flores, camareros y hombres fumando puros, las mujeres lucían elegantes vestidos, demasiados cargados para mi gusto. Mi vestido me apretaba el pecho, mi madre se había empeñado en taparlo, no es que estuviera muy dotada de la parte superior de mi adomen, pero estaba tan apretado que me costaba respirar. El vestido era rosa, según mi madre parecía "Una princesa" pero para mi gusto estaba ridícula, me habían planchado mi largo cabello contra mi voluntad, y ahora se encontraba liso.
Yo nunca había sido una hija ejemplar para mi madre, ella quería una princesa que encajara en la alta sociedad, que vistiera de rosa y los modales fueran su fuerte, en vez de eso me tenía a mí, prefería los pantalones cortos, y las camisetas pegadas resaltando mi figura de una manera inadecuada, ella siempre quería que amara las fiestas que hacía, y amaba las fiestas, pero no estas, eran numerosas las veces que me había escapado a mitad de la noche y había vuelto de madrugada, pero ellos no estaban al tanto de esos detalles, tan solo me veían como una chica rebelde que no quiere ponerse los vestidos rosas que le compra su madre. Parecían confiar mucho en mí, pero no les quedaba otra, no estaban casi nunca en casa, y es mucho decir, a si que yo hacía lo que me apetecía, y estoy segura de que se olían algo de esto, pero el trabajo era mucho más importante que su hija, y yo estaba feliz por eso.
-¿Qué te ocurre?- Dijo Daniella al verme presionarme el pecho hacia dentro.
-Odio este vestido.-Confesé.-Me aprieta demasiado.
-Ya... no quería decírtelo, pero te hace el pecho plano.-Puso una cara de culpabilidad, por decir algo de lo que había estado pensando toda la tarde.
-¡Me han planchado el pelo!- Le dije con un poco de furia. Dani levantó el mantel que cubría mis piernas y observó lo que llevaba por zapatos.
-¿Te has puesto las Vans?¿Con el vestido?-Me miró como si estuviera cometiendo un delito, y me sorprendió, porque Dani estaba al tanto de todas las locuras que había cometido, y sabía que ponerme unas Vans para fastidiar a mi madre no era ni mucho menos lo peor que había hecho.
-A tu madre no le va a hacer ninguna gracia.-Añadió.
-Esacto.-Dije.
Mientras estábamos hablando, Abie se acercó con un gran entusiasmo en sus grandes ojos marrones.
-¿Habéis visto a los hijos del primer ministro?- Dijo moviendo las manos frente a su rostro y sacudiéndose su vestido rojo que resaltaba su perfecto cuerpo. Alcé la mirada para buscar a los chicos de los que mi amiga estaba hablado, ella señalo hacia dos chicos trajeados, uno de nuestra edad y el otro parecía tener uno o dos años más que nosotras. Sus cabellos estaban imprendados de gomina, y el más mayor sostenía un vaso de champán entre sus manos, a si que supuse que tendría una edad entorno a diecinueve años.
-Pijos.-Gruñí por debajo.
-Venga tía.- Se quejó Abie.-Con lo que te gustan a ti los chicos.-Añadió.
-Me gustan los chicos, no los pegotes de gomina con traje.
-Tía, venga, que son muy majos, ya verás.-Insistió Abie.
-Ir vosotras, de verdad.-Les dije.
-¿No te importa que te dejemos sola?-Preguntó Dani.
-Para nada.-Dije moviendo la cabeza.-Tengo el ángulo perfecto para ver la reacción de la mujer del concejal al tomarse el caviar con laxante.-Solté una pequeña risita.
-¿Le has echado laxante al caviar?-Preguntó Dani sorprendida, sus grandes ojos azules expresaban admiración, y su boca estaba ligeramente abierta. Me puse el dedo índice en la boca y murmuré un "Shh" y a continuación dije:
-Es un secreto.
-Te la vas a cargar.-Me avisó Abie, pero yo le dediqué una sonrisa y me centré en mirar a la señora. Dani y Abie se alejaron, y yo me encontraba sola, rodeada de niñas tontas, y madres con las bocas operadas.
La idea de ver a la mujer del concejal cagarse viva por el laxánte no me parecía tan divertido, a si que me puse a inspecionar, mirando a cada uno de los invitados a la fiesta. Lo mismo de siempre, hombres con puros, trajeados, y repletos de gomina, mujeres rubias, con vestidos muy cargados y 40 kilos de maquillaje. Un chicos llamó mi atención, lucía una camisa blanca que se ajustaba perfectamente a sus adominales, no llevaba corbata, y su pelo estaba alborotado, sus rizos le caían por la frente, lo suficientemente corto para ver sus ojos verdosos, sus pantalones eran negros, de etiqueta, llevaba unos zapatos terminados en punta, sería la costumbre, y el contagio de tantas fiestas de este tipo, pero pude adivinar que sus zapatos no eran de piel, y el coste de su ropa no era tan elevado como los de el resto de la fiesta. Definitivamente ese chico no era de aquí.
Estaba sentado en una mesa rodeado de chicas de mi edad, todas estaban embobadas mirándole, y el parecía estar satisfecho. Él miró hacia mí, mientra una de las chicas le hablaba, sus ojos se encontraron con los míos, su mirada parecía esconder muchas cosas, se permitió el lujo de mirar la parte situada debajo de mi cuello, sabiendo perfectamente que yo estaba al tanto de donde posaba su mirada. Me escaneó de arriba a bajo, y llegó otra vez hasta mis ojos, instintívamente, aparté mis ojos de él, y los posé hacia abajo, en mis manos. Solté el aire que no estaba al tanto de que estaba conteniendo, y me propuse relajarme. Menudo imbécil, en cualquier otra ocasión, hubiera ido hasta él y le hubiera abofeteado la cara, pero mi pulso estaba bastante acelerado, y no quería montar un escándalo. Pasaron dos minutos hasta que pude relajarme, y decidí mirar hacia el chico que me había observado descaradamente, pero ya no estaba.
Miré mi relog, eran más de las seis, hora de largarse de aquí, avisé a Dani y Abie de que iba a cambiarme, no aguantaba mucho más aquí, nada más quitarme este estúpido vestido iríamos a la zona de la costa, a buscar chicos.
Me dirigía a la entrada principal de mi casa cuando alguien me agarró del brazo suavemente.
-¿A donde vas?-Me dijo Dan. Dan era el hijo de uno de los compañeros de trabajo de mi padre, el perfecto candidato para convertirse en mi novio según mi madre, y por lo que parecía, según Dan también. Tenía el pelo castaño oscuro, cubierto por una gran capa de gomina, que dejaban al descubierto sus ojos color miel, para decir verdad, era bastante guapo, y plasta.
-Me voy.-Dije sin dar más explicaciones.
-Si te vas a cambiar, te acompaño, apuesto lo que sea a que ese vestido te aprieta demasiado el pecho.-Me guiñó el ojo. Otra de las cosas que también era Dan, era un maleducado. Alcé mi dedo corazón para después darme la vuelta y continuar mi camino.
Subí la escalera de caracol que daba a la segunda planta, a la izquierda se encontraba el cuarto de mi hermana, y seguido por un largo pasillo, el mío. Abrí la puerta de mi cuarto, para ir directa al armario, pero para mi sorpresa alguien más estaba allí.
El chico del pelo rizado estaba situado de pie, frente a mi armario, registrando uno de los cajones. Pude observar con esactitud que registraba en mi cajón de la ropa interior. Me quedé paralizada al verlo, y de nuevo mi respiración se agitó.
-¿Q-que haces?-Tartamudeé. Él sonrió, su sonrisa era pícara, y siguió registrando.
-¿Estás robando?-Pregunté. El volvió a sonreir, está vez mirándome de arriba a bajo, lo que me hizo sentir incomoda. Él alzó un sujetador de encaje que sostenía entre sus enormes manos.
-No creó que esto me sirva.-Dijo refiriéndose al sujetador.
-¿Entonces que haces?-Volví a preguntar. Soltó el sujetador en el cajón y se acercó a mi, despacio.
-¿Como te llamas?-Preguntó ignorando mi pregunta. Me costaba respirar a medida que se iba acercando. Se encontraba frente a mí, demasiado cerca, su dedo pasó por mi mejilla apartando un pechó de cabello y estacionándolo detrás de mi oreja.
-No te acerques.-Mi voz parecía un poco atemorizada, a lo que él se rió.
-Valla, no parecías tan tímida cuando te he observado antes.
-No soy tímida.-Dije, pero mi voz decía lo contrario.
-Vete.-Dije. Él me miró de arriba a bajo una vez más y salió por la puerta. Solté el aire que no sabía que había estado conteniendo, y me puse de espaldas a la puerta. ¿Qué había pasado? ¿Por qué no había reaccionado? Me había comportado como si estuviera... ¿Asustada?
Me quité el vestido deslizándolo por mi cintura hasta llegar a mis largas piernas, sustituyéndolo por unos pantalones cortos. Abrí las puertas de mi armario para buscar una camiseta, pero ninguna me convencía.
La puerta de mi cuarto de abrió, pero no la oí. Di un brusco giro de cabeza al sentir a alguien más en la habitación.
-Oye no me has dicho tu nom..-El chico se quedo parado en la puerta con los ojos abiertos al ver que no llevaba puesta la camiseta.-Wow.-Dijo descaradamente, y rió al ver mis mejillas enrojezer.
-¿Qué quieres?-Pregunté cortante. Cerró la puerta y se sentó en la cama, en mi cama.
-Solo quería saber tu nombre.-Dijo inocentemente. Volvió a mirarme de arriba a bajo, doblando la cabeza para visualizar lo que escondía debajo de los shorts.
-He de decir, que he batido un record, solo hace dos minutos que te conozco, y ya te tengo sin camiseta.-Me guiñó un ojo. No sabría decir si era que está vez se encontraba más lejos de mí, pero pude reaccionar.
-Imbécil.-Dije. Él se echó a reir, hacia delante y hacia tras.
-Vete de mi cuarto.-Dije señalando la puerta. Ignoró mi voz y se tumbó en la cama, sosteniendo mi móvil entre sus grandes manos.
-¿Qué haces?-Dije.
-Estoy guardando mi número.-Respondió.
-No quiero tu número.- Él rió.
-Valla, parece que estás más animada.-Me miro a los ojos, haciendo que existiera una conexión entre nosotros. -Si no lo quieres luego puedes borrarlo.
-No, no lo quiero, bórralo ahora.-Dije cortante. Volvió a reír.
-Lo que pasa es que yo si quiero tu número.-Saco su móvil del bolsillo y añadió. -Llamada perdida de número desconocido, guardado, pero tengo que guardarte con algún nombre.-Se levantó suavemente de la cama y fue caminando hacia mí, otra vez esa sensación de aceleración se apoderó de mí, y mi respiración estaba agitada.
-¿Cual es tu nombre?-Dijo juntando su nariz con la mía. Sentí una enorme fuerza de atracción hacia él, y el deseo de besarle me comía por dentro, sus labios eran rosados y tenía la boca ligeramente abierta.
-Valentina.-Murmuré. Las comisuras de sus labios se estiraron, dejando ver sus perfectos dientes blancos. Agarró el puente de mi sujetador negro, y tiró de mí hacia él, dejando sus largo dedo entre mi pecho. Me aparté de él y le abofeteé el lado derecho de su mejilla.
-Aléjate de mí.-Le ordené. Se rió, esto para él parecía un juego, pero yo no me estaba divirtiendo.
La puerta se volvió a abrir, y Dan se encontraba tras ella, el chico se dio la vuelta y se estacionó justo delante de mí, para evitar que Dan pudiera ver la poca ropa que llevaba.
-Valentina, ¿Que haces?-Dijo Dan, girando la cabeza para tener una mejor visión, el chico pareció darse cuenta.
-No la mires.-Le dijo desafiante. Dan puso sus ojos en el chico y contestó.
-¿Y tú si puedes?-Dijo riéndose y moviendo la cabeza para encontrar mejor visión. Él chico se acercó hasta Dan, apretando los dientes con fuerza.
-Te he dicho que no la mires.-Lo dijo tan fuerte que pareció meterle miedo a Dan.
-Vale, vale.-Dijo, y salió por la puerta. El chico se dirigió a mí.
-Por cierto, me llamo Harry.-Me miró una vez más y desapareció por la puerta.